Las Doce Pruebas

  • 0
“Estamos en el año 2010 después de Jesucristo. Toda la Hispania está ocupada por Belén Esteban, ¿¿ME ENTIENDES??… ¿Toda? !No! Una aldea poblada por irreductibles doctorandos resiste todavía y siempre al invasor”.

Así comienza la historia de Interloperix, valiente doctorando que un día cualquiera decidió matricularse en el plan de estudios que le correspondía en la Universitas Politecnix. Convencido de estar haciendo lo correcto, allá por el mes de julium empezó el proceso de matrícula, que arrancaba en esas fechas.

Por desgracia, la encargada de la matriculación le dijo que la aplicación de gestión no estaba del todo completa, pero que le haría un gran favor si hacía de betatestium, profesión por aquellos tiempos muy extendida pero escasamente remunerada. Interloperix aceptó hacerlo, y comenzó a experimentar con la aplicación, encontrando algún que otro fallo en el proceso. Pasados los días, recibió un correum donde se le informaba de que la matriculación sería retrasada hasta septiembrix.

Interloperix esperó pacientemente (lo que viene a ser de vacaciones) hasta los plazos de los que le habían hablado. En el camino, además, la responsabilidad de la matrícula había cambiado de manos. Pero llegado el día de la matriculación, no había todavía noticia del programa de gestión. Así que siguió esperando unos pocos días más hasta que finalmente los plazos se abrieron, mucho más cortos de lo estipulado inicialmente. Cuando Interloperix se conectó para gestionar su matrícula descubrió que todas aquellas pruebas que había estado haciendo no habían sido borradas, sino que su cuenta seguía ahí.

"Hay una asignatura de más, pero trabajo que me ahorro", pensó. Pero como director de su trabajo no aparecía el verdadero encargado, sino con quien en julium había estado testeandum el programa. A pesar de todo, imprimió la documentación y la llevó a los responsables de firmarlas. Le dijeron entonces que mejor deshacer aquello que estaba hecho y volver a hacerlo de cero, pero correctamente. Como Interloperix quería el menor número posible de problemas en la Universitas, decidió que en efecto prefería volver a rellenar la matrícula antes que tener con correcciones extrañas.

Una vez hecho, y con los nombres y firmas en orden, fue al martesix siguiente al templo de la secretaría con su título, su expediente y su documentum de identitas, listo para finalizar los papeleos. Para empezar, cuando llegó a primera hora a la secretaría se encontró con que en lugar de a la hora habitual abrían una hora más tarde por horario de veranum.

"Veranum? El 14 de septiembrix? Por Tutatis!!"

Resignado, Interloperix aprovechó esa hora para tomar café [1] y pasar por su antigua facultad a vaciar su taquilla [2]. Una vez de vuelta a la Universitas Politecnix y con el templo ya abierto, el aguerrido doctorando entró con pie firme y sus documentos bajo el brazo. Allí se encontró con un nuevo reto, consistente en que la copia a entregar de su título no estaba compulsada. Que en otras Universitatix miran el original y la copia, y si está todo correcto, le ponen un sello con la cara del César. Pero no en la Politecnix, donde en lugar de eso te dan una carta de pago de compulsa que es necesario pagar en la banca más cercana.


Así que Interloperix, para poder continuar el proceso, tuvo que marchar en busca del CentralHispanium más próximo donde abonar los diez sextercios que le costaría poner la cara del César en la copia de su título.

Una vez terminado, volvío a ir a la secretaría, donde comprobaron que todo estuviese en regla, para pasarle con otro empleado más, quien recogió la documentación aportada. Revisado eso, y avisando de que todavía le faltaba a Interloperix pagar los más de novecientos sextercios de la matrícula y presentar una copia (sin el sello del César esta vez al menos) de su expediente, ya que sólo el original no es suficiente, metió los datos de Interloperix en la Base de Tablillas de Barro de la Universitas, y le dejó escapar. Sólo para recordarle que seis meses más tarde tendría que vovler a pasar por allí a pagar de nuevo.

Completada la proeza de matricularse y habiendo pasado las tres últimas horas recorriendo el campus universitarium de arriba abajo, Interloperix no celebró esta vez su victoria. Simplemente se volvió a su laboratorium al grito de "Están locos, estos doctorandos!!". La próxima vez se quedará en su choza, dejándose conquistar por el invasor. Es mucho menos complicado!

[1] La verdadera bebida de los dioses. Lo de la ambrosía es un invento para despistar.

[2] Queda pendiente una expedición arqueológica entre los restos hallados en esa taquilla, ahí había de todo, incluídos una caja de Meccano (el juego de piezas, no la banda de música) y una cinta VHS con porno.

No hay comentarios :